EAR psicólogos

16 de junio de 2015

OBJETIVO: FOCALIZARSE EN EL PRESENTE

En los últimos meses, mucho se está hablando de la situación de Rafa Nadal. Fundamentalmente las noticias se centran en la importancia de recuperar posiciones en el ranking de la ATP; de ganar torneos o a rivales otrora ganados o superados; de recuperar el ritmo de juego… En otras palabras, se valora el rendimiento actual en función del obtenido en el pasado, en vez de analizar qué factores en el presente están favoreciendo o perjudicando el rendimiento del deportista. Esta continua vuelta al pasado dificulta el progreso, ya que dirige la atención del deportista a hechos pasados en vez de al momento presente, impidiendo que se centre en la tarea (ej: no tenía que haber fallado esa bola, si la hubiera metido iríamos en el marcador arriba, etc). En este sentido, los psicólogos deportivos solemos hacer mucho hincapié en que los deportistas no se anclen en el pasado, hecho que ocurre con frecuencia cuando cometen un error (ej: tenista que se queda en la doble falta cometido; golfista que se queda con el triple bogey cometido en el hoyo anterior….). En estos casos, es importante recordarles que el error cometido no se puede cambiar, no tienen control sobre él, pero si sobre su ejecución actual.

Pero la vuelta al pasado no sólo afecta a la atención, también influye en el estado emocional del deportista. Pero ¿cómo?

Los deportistas con una trayectoria llena de éxitos suelen generar altas expectativas de alcanzar el éxito. Tanto su entorno (medios de comunicación, afición, familiares, entrenadores,…) como ellos mismos consideran que la probabilidad de conseguir buenos resultados es alta. Cuando el rendimiento y los resultados no se ajustan a las expectativas generadas, se produce un desajuste en el deportista, que conlleva una elevación del nivel de activación (normalmente, siente enfado o ira) y una evaluación cognitiva cuyo objetivo es intentar resolver ese desajuste. En otras palabras, el deportista trata de analizar las razones que han motivado ese resultado. Si identifica las causas de ese mal resultado y son debidas a aspectos que quedan bajo su control, es decir, a su rendimiento (ej: mala ejecución de gestos técnicos, estar descentrado, estar en baja forma, etc), el deportista se siente aliviado ya que puede modificar en el futuro esa situación. Por el contrario, cuando no es capaz de identificar las causas o son debidas a aspectos ajenos a él, no debidos a su rendimiento (ej: el rival es muy superior a él, el árbitro ha tenido la culpa, etc), el deportista puede sentirse frustrado y enfadado ya que no tiene control sobre la situación y, por tanto, no puede modificarla.

Si los malos resultados continúan en el tiempo, el deportista empieza a sentirse presionado: anticipa las consecuencias negativas de un nuevo mal resultado (ej: no puedo fallar otra vez; si no me meto en semifinales caigo en el ranking, voy a defraudar a mi gente, ¿por qué no soy el de antes?…), lo que produce un incremento de su nivel de ansiedad y, en consecuencia, disminuye su rendimiento (Ver ansiedad deportiva) lo que normalmente se traduce en un mal resultado. En definitiva, se produce el fenómeno conocido como profecía autocumplida (la creencia de que se va a obtener un mal resultado, directa o indirectamente lleva su propio cumplimiento).

¿Cómo parar la profecía autocumplida?

En esta situación, al igual que cuando el deportista se ancla en un error cometido en el pasado, es necesario ayudarle a refocalizar su atención. Lo importante no es lo que hizo en el pasado (fallo o acierto) si no lo que está haciendo en el presente, por tanto, es necesario que deje atrás el pasado y dirija la atención al momento actual, estableciendo nuevas expectativas que se ajusten a la realidad del momento. De esta forma, disminuirá su grado de presión, por lo que el rendimiento mejorará y probablemente los resultados también acompañen. Paralelamente, el grado de satisfacción irá aumentando a medida que vaya cumpliendo las nuevas expectativas e igualmente irá aumentado su grado de autoconfianza, aspectos que favorecen el rendimiento. En definitiva, los objetivos marcados han de dirigirse al futuro partiendo de la situación actual y no referirse a la recuperación de logros pasados.